Experiencias en La Alpujarra granadina | Bubion

Recorremos un territorio de “montaña áspera, valles al abismo, sierras al cielo, caminos estrechos, barrancos y derrumbaderos sin salida”, que decía el poeta Hurtado de Mendoza. Y te la descubrimos a través de diez experiencias que te acercarán a la esencia de esta comarca al sur de Granada. Olvídate de tu rutina, deja el móvil en casa y conviértete en un verdadero viajero. ¡No te arrepentirás!

CENTRO BUDISTA O SEL LING

Si La Alpujarra desprende una energía especial, en las montañas de Soportújar se multiplica. La razón es el centro budista O sel ling, un paraíso tibetano a 1.600 metros de altura en la cara sur de Sierra Nevada. Llegar no es fácil. Hay que recorrer un camino de seis kilómetros que asciende ladera arriba entre piedras, baches y vistas de vértigo. Si lo haces a pie, tu coche y el medio ambiente te lo agradecerán; y, de paso, haces ejercicio. El centro nació en 1980 de la mano del Lama Yeshe y el Lama Zopa Rimpoché, ambos tibetanos. Un par de años más tarde el lugar recibió la visita del mismísimo Dalai Lama, que lo bautizó como O Sel Ling, que significa Lugar de luz clara. En este espacio se respira una sensación especial, como la que emana la rueda de oraciones que te da la bienvenida. Desde allí, un pequeño sendero te lleva por las instalaciones del centro, que incluyen distintas estatuas de buda, alguna tumba, una pequeña estupa, un centro de visitantes o una preciosa estatua de Tara, la madre de la sabiduría.
El propósito de este lugar es favorecer la práctica intensiva de la meditación y difundir las enseñanzas de Buda, como la que dice que en el momento en el que abandonas el aferramiento al deseo encuentras la satisfacción. Si te animas, puedes realizar un acercamiento al budismo o a ti mismo, para lo que se pueden realizar retiros (individuales o en grupo) en tradicionales y austeras cabañas. Además, ofertan distintos cursos y charlas, como la que dará Osel Hita (aquel niño granadino que a los dos años fue considerado la reencarnación del lama Yeshé) a finales del próximo mes de marzo. La visita es gratuita y en invierno se puede visitar entre las 15.30 y las 18.00 horas. Aunque se recomienda llamar previamente a los teléfonos de contacto: 958 34 31 34 o 669 863 676.

SABOREAR EL PLATO ALPUJARREÑO DE CASA JULIO

Patatas a lo pobre, huevo frito, pimiento frito, longaniza, morcilla, lomo de cerdo y varias lonchas de jamón serrano de Trevélez. Todo ello se reúne en el tradicional plato alpujarreño, la auténtica estrella gastronómica de esta comarca granadina. Apenas hay restaurantes en la zona que no lo sirvan y pocos son los visitantes que no lo piden. Una de las mejores elecciones para degustarlo, de largo, es Casa Julio.

Se trata de un restaurante familiar de Pampaneira donde cultivan muchas de las verduras que sirven en sus platos y donde chacinas, embutidos y carnes son de elaboración casera: si no te lo crees, te bastará probar la morcilla o el lomo de orza, auténticas barbaridades gastronómicas. El olor que llega de la cocina es el mismo que al entrar en casa de tu abuela a mediodía y el hambre se activa aunque no quieras. La cocinera, Pura, ofrece una interesante y variada carta, donde destaca su cocido, que prepara de manera diferente cada día: de coles, de garbanzos, de hinojos… Lo puedes pedir por seis euros y te enamorará como el resto de platos de cuchara, ya sea una gitanilla de habichuelas, una cazuela de fideos o unos figuelos (una variedad de judía verde). También hay carne de pollo, conejo o choto aderezadas con una increíble salsa de almendras a base de tomate natural, pan frito, pimientos secos rojos tostados, cebolla, ajo, vino del terreno, aceite de oliva y, por supuesto, almendras tostadas.

Las migas alpujarreñas (de pan o sémola) también son una gran especialidad de la casa, sin olvidar la sabrosísima ensalada con frutas. Degustar un menú sirve allí para entender su eslogan: Casa Julio, cocina con cariño. El vino del terreno, sea tinto o dulce, marida a la perfección con toda esta selección gastronómica; incluso con el postre, donde puedes elegir desde una excelente tarta de queso con nueces a un típico soplillo alpujarreño elaborado a base de merengue, almendra y limón. Si tu estómago te pide descanso, en esta familia tienen hasta un pequeño hotel para descansar con un bonito nombre: Estrella de las Nieves.

DESCUBRIR RINCONES ÚNICOS A TRAVÉS DEL SENDERISMO

La Cebadilla es un viejo poblado creado en los años 50 del siglo pasado para dar cobijo a los trabajadores de la Central Eléctrica del Poqueira. Llegó a tener 200 habitantes e incluso una gran ermita. Hoy está deshabitado, pero los edificios siguen en pie, dando un aspecto fantasmagórico a un lugar único por el que, se dice, ronda el espíritu de una princesa mora: tal es la belleza del paisaje que atrapa el corazón de quien pasa por allí (y ella pasó por allí). Tú también, si quieres, puedes llegar a través de una bonita ruta senderista en algo más de una hora, que se puede convertir en circular para disfrutar de barrancos increíbles y del precioso puente Abuchite. Allí, rodeado de chopos y bonitas pozas, puedes darte un descanso o, si el tiempo lo permite, un baño.

Este camino es sólo uno de los muchos que existen para recorrer La Alpujarra a pie. En esta comarca todos los pueblos, aldeas, ríos, cumbres o parajes más emblemáticos están unidas por sendas de cuidados y martirio, que diría Ibn Aljathib. Y, lo mejor, es que hay opciones para todos los niveles. La Cebadilla es un buen lugar para empezar, como también los numerosos senderos que unen los siete poblados del municipio de La Taha. Son aptos para toda la familia y en su trayecto se pueden descubrir fuentes con agua rica en hierro, castaños centenarios o pequeños poblados como Ferreirola (con algo menos de un centenar de residentes), Mecinilla (donde viven 20 personas) o Aylácar, ya despoblado.

Otros caminos exigen preparación, como una de las rutas más atractivas de la zona y que te lleva al pico más alto de la península ibérica: El Mulhacén. La puedes hacer desde Capileira o Trevélez, en ambos casos con trayectos que pueden durar 12 o más horas, que invitan a pasar la noche a mitad de camino (acampando en Siete Lagunas o descansando en el Refugio del Poqueira, por ejemplo) y que suponen un esfuerzo más que importante. Y si te vienes arriba, te puedes animar a recorrer todo el sendero Sulayr, que te permite recorrer todo el Parque Natural de Sierra Nevada en 19 alucinantes tramos y un total de 300 kilómetros. Tú eliges.

PERDERSE POR LAS CALLEJUELAS DE PAMPANEIRA Y CAPILEIRA

Pampaneira, Bubión y Capileira son tres los pueblos más visitados de La Alpujarra granadina. Un trío de municipios escalonados y asentados en el Barranco del Poqueira en un entorno que asombra por su inmensidad y pureza. Capileira y Pampaneira forman parte de los pueblos más bonitos de España y un paseo por ellos justifica su selección. El primero suele ser punto de partida para quienes quieren recorrer Sierra Nevada a pie. Sus estrechas calles, con diversos miradores al Barranco del Poqueira, hacen de este pueblo una maravilla arquitectónica, donde destacan los tinaos (pequeños soportales) y los terraos (tejados planos típicos alpujarreños), además de los tradicionales lavaderos públicos y el habitual uso de piedra para casi cualquier construcción (para qué comprar ladrillos cuando aquí hay piedras en todas partes). Su buena conservación hace que su casco urbano haya sido declarado Conjunto Histórico Artístico y Paraje Pintoresco, mientras que el Consejo de Europa suele poner a la población como modelo de arquitectura popular.

El segundo pueblo, Pampaneira, también está repleto de cuestas que ascienden desde los alrededores de la iglesia de la Santa Cruz, en plena Plaza de la Libertad, hasta el barrio alto y el camino hacia Bubión (que tampoco te puedes perder). Callejuelas que se confunden unas con otras, que suelen tener una acequia en el centro para permitir el descenso de las aguas del deshielo y que te llevan a pequeños rincones que hacen de esta localidad una visita obligada. Además, disfrutarás con lugares como la bodega La Moralea, donde cuentan con una infinita variedad de productos artesanales y locales no solo granadinos, sino de Andalucía y buena parte de España. Y no dejes de beber agua de la fuente de San Antonio, donde la leyenda dice que soltero que la bebe con intención de casarse… ¡No falla! Pues al instante novia tiene. ¡Ya lo ves! Quizás así aceptes la invitación que te hace Pampaneira nada más llegar: Viajero, quédate a vivir con nosotros.

RESIDIR EN UNA CASA ALPUJARRELA CERCA DE POQUEIRA

Nada mejor que vivir La Alpujarra como lo hacen sus vecinos. Una experiencia que permite eliminar tópicos y estereotipos, comprender que la vida puede ser de otra manera y entender la especial simbiosis que tienen los habitantes de este lugar con la naturaleza que les rodea. Una forma también de comprender por qué la arquitectura tradicional local es uno de los primeros ejemplos de construcciones bioclimáticas debido a su orientación, distribución o materiales usados. Páginas como Airbnb, Escapada Rural o Turismo Alpujarra ofrecen diferentes opciones que van desde casitas en la parte alta de BUBION (donde echarás piernas de tanto subir cuestas), a preciosos Habiotaciones o apartamentos, pasando por casitas aisladas en pleno campo y junto a los numerosos ríos que descienden por las laderas.

Es una perfecta manera para descubrir el terrible silencio nocturno que rodea las montañas, la forma en la que el viento golpea Sierra Nevada (y como retumba el eco en los barrancos), el sabor de cocinar con productos locales, lo bien que sienta un café calentito a primera hora de la mañana junto a unas tostadas de pan recién hecho en el horno de tu vecino o la sensación de libertad al no tener cobertura en el móvil. Pasar varios días en una casa de La Alpujarra ayuda a entender los ritmos de vida de la montaña, conmoverse por la profunda sabiduría popular, intuir que la riqueza no es eso que nos vende esta sociedad y aprender que lo importante tiene poco que ver con nuestras preocupaciones diarias en la ciudad.

GASTRONMÍA DE L’ATELIER

Imaginando un viaje a La Alpujarra, probablemente nadie piense en degustar una sopa de miso, un plato de quorn a la vietnamita o curry de coco con verdura y tofu. Sin embargo, son algunas de las propuestas de L’Atelier, una excepción gastronómica ubicada en una localidad tan bonita y minúscula como Mecina, de algo más de 100 habitantes. Sus responsables son Briggite y Michel, que llegaron hace cuatro años desde el País Vasco francés para encargarse de este restaurante abierto en 1992 por unos compatriotas suyos. Trabajan con productos orgánicos, de cercanía, comercio justo y de calidad evidente, con los que elaboran suculentos platos vegetarianos de inspiración árabe.
Un gratinado andaluz, a base de lentejas rojas, verdura, salsa de tomate y queso es un buen ejemplo, pero también las samosas con chutney casero o los cigarros marroquíes (no hay que pensar mal, se trata de unos rollitos de pasta rellenos y fritos). Para la bebida, cuentan con vino local de Mecina que merece ser probado, aunque sin duda su especialidad es la riquísima sangría; y, para el postre, puedes tomar un sanísimo kéfir de frutas, unas natillas de naranja caseras o una rica kombucha. Es recomendable reservar, aunque en invierno lo más probable es que tengas todo el restaurante a tu disposición. Es la mejor ocasión para que Briggite desde la cocina y Michel como asistente te ayuden a disfrutar de una noche única. En el piso superior tienen dos habitaciones por si la noche se alarga y prefieres dormir allí: será una gran elección.

Fuente: traveler

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